mayo 29, 2005

Ellas

Me he enamorado de ella. No lo puedo negar. Siempre tuvo un influjo sobre mi, siempre existió una extraña atracción hacía ella. Desde la primera vez que la vi, nunca la pude olvidar. Me volví loco. Se ha vuelto mi razón y mi locura.

La primera vez que la vi fue increíble. Era ella pequeña, no muy grande, y su cuerpo era delgado y fino. Era maravillosa. Es maravillosa. Deseaba poder tocarla, estrecharla entre mis brazos, pero ¡vaya! es imposible. Su piel, nívea, casi blanca, en la cual he visto el reflejo de mis ojos y la añoranza que hay en ellos, es un peligro sin igual. Fría al tacto, el sentir la suave curvatura de su cuerpo desnudo, puede llegar a ser mortal. Ella no se desnuda ante cualquiera, además. Solo ante aquellos que han decidido cruzarse en su camino, sin medir las consecuencias.

Pero pobre de mi. No solo me he enamorado de ella, sino también de su hermana. Más pequeña aún, pero no menos bella, van juntas, a veces separadas, pero son una sola. La pequeña se ha convertido en el complemento de la mayor y ambas son la perfección.

Verlas danzar en el aire es un placer. Escuchar su tétrica canción mientras bailan, ese extraño y hermoso silbido, puede llegar a aterrador, pero es a la vez bello y sublime.

Algún día las haré mías a las dos. Algún día estaremos juntos.

Me he enamorado tontamente de Ella y su Hermana.

mayo 23, 2005

Ideas 0 - Rutina 1

Me han reclamado el dejar mi blog morir lentamente. La verdad es que en los últimos días he estado falto de ideas sobre qué escribir. Y es que la rutina se ha afincado con fuerza en estos días. Hacer lo mismo una y otra vez cansa, incluso cuando ya estás acostumbrado a ella, y saber que nada cambiara en el futuro inmediato también aburre.

El simple hecho de despertarme y ponerme frente a la computadora a repetir día tras día la misma rutina ya ha calado en mí lo suficiente como para mandar todo a la mismísima, y lo peor es saber que no puede uno hacerlo y que se tiene que aguantar.

Ni siquiera me despiertan las ganas de leer el ultimo libro que he comprado, del cual solo leí los 2 primeros capítulos, y aunque está interesantísimo, simplemente no existen las ganas de seguir leyendo.

Hasta mis perros sienten mi hastío, porque no me dejan en paz para nada, cuarto al que voy, cuarto al que me siguen. Y al parecer han decidido ellas dos que no necesito echarme en mi cama a pasar el rato escuchando música porque simplemente se han apoderado de mi cama y no me dejan echarme hasta que las echo fuera. Jeh.

Así están las cosas.

Espero que pronto se me presente una aventura, porque la verdad el cerebro está a punto de declarar vacancia por falta de trabajo.

mayo 20, 2005

Modernidad y otras cosas.

Sí pues, también sucumbí a poner tag. Y todo por ayudar a la Tortuga, para poder poner su tag a la derecha y no hastaaaaa bajo, jejeje. Hice mi tag solo para probar y poder acomodarlo pero me ganó la envidia y decidí dejarlo. A ver quien es el primero en inaugurarlo.

mayo 06, 2005

Los mejores regalos.

Como todos, a los 6-7 años ya había aprendido a leer, después del clásico m + a = ma y el poderosísimo mi mamá me mima (¡grande María Rosa!) y ahí quedo la cosa. ¡Ya sé leer! era el más grande logro a esa edad, al menos para mí. Pero ahí murió la cosa, sí, ya sé leer ¿y?

Fuimos a visitar a mi abuela y mis padres salieron a comprar y me dejaron ahí, solo, con la televisión y mi abuela. Como mi abuela cocinaba todavía por esa época y no había nadie más ni nada más que hacer me puse a ver TV, pero cuando terminaron Meteoro, Nave Espacial y Capitán Raymar me aburría como loco sin nada que hacer.

Mis padres llegaron y mi madre me dijo que me había traído algo, pero que tenia que prometer que lo iba a cuidar. Como cualquier niño dije que sí, porque no podía quedarme sin saber que era. Entonces mi madre me da dos objetos de forma prismática rectangular, envueltos cada uno en una bolsa plástica transparente. “Toma Martín, para que leas” me dice mi madre. Veo los títulos: “Las Aventuras de Tom Sawyer” y “Oliver Twist”. Rasgué el envoltorio de Tom Sawyer y ojeé el libro. “¡No tiene dibujitos!” le reclamé a mi madre, molesto. Mi madre se sonrió. “No, no tiene” fue su escueta respuesta. “Pero léelo hijo, no todo tiene que tener dibujitos”. Tan aburrido como estaba me senté de mala gana en el sofá de mi abuela y empecé a leer. Al rato estaba enganchado, no podía dejar de leer, quería saber que más haría Tom, en que otro lío se metería con Huck y si Becky dejaría de mirarlo como una peste.

Como disfruté ese libro, cada una de sus hojas. Aunque no pude cumplir la promesa que hice de cuidarlo, lo leí y releí tantas veces que terminé ajando el libro, con hojas que se salían y las esquinas dobladas. Lo mismo le pasó a Oliver Twist. A mi madre no le molestó, sin embargo. Mas bien, me compró otros clásicos que también devoré con prontitud: La Isla del Tesoro, Quo Vadis, El Conde de Montecristo, Corazón. ¿Seria tan extraño ver en ese entonces a un chico de 7-8 años leyendo en lugar de estar jugando como loco (que también lo hacia)?

Recibí dos maravillosos regalos a esa edad. María Rosa me regaló el don de la lectura (porque valgan verdades, era su trabajo pero lo hizo con tanto cariño que fue un regalo de su parte) y mi madre me regaló el placer de la lectura, el descubrir lo interesante de leer.

“La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros.

Quien no haya pasada nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta que tenia hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solicita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado y sin cuya compañía la vida le parecía vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por experiencia propia,[...]”


“La Historia Sin Fin”, de donde he tomado este fragmento continua con: “no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.” Yo lo he querido cambiar por: no sabe lo que se pierde.

He escrito esto mientras veo a mi sobrino de 4 años leer el solo, sentado en el sofá con su papá. E imagino que la mirada que tiene es la misma que yo tenia entonces. La misma que tengo cuando abro un libro.

Sobrino, te quiero dedicar este otro pasaje de “La Historia Sin Fin”, sé que la lectura y el placer que ella provoca te acompañaran toda la vida:

“Me gustaría saber” se dijo Bastíán, “qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo... Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles... y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticas. Todo eso está en el libro de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo.”

Y de pronto sintió que el momento era casi solemne.

se sentó derecho, cogió el libro, lo abrió por la primera página y

comenzó a leer.

mayo 03, 2005

¡Salvado!

Y yo que me queria cortar las venas con esa canción de pluma, pluma... aghh.

Por suerte un compañero me mando esto para matarme de risa. Aunque tal vez no sea del agrado de todos, no sé. Pero ahí va sin más preámbulo:

Roman party 631 Kb.