octubre 17, 2005

Cabezón

Naciste de una familia desunida, porque tu madre era “la otra” y tu padre se hizo el loco por muchos años. No te importo y decidiste hacerte cargo de tu madre y tus hermanos y hermanas menores, alternando entre el colegio y una chamba e irle a mendigar a tu padre por la plata por la comida. Y por supuesto, te hacia esperar hasta entrada la noche para decirte luego que no tenía y que regresaras mañana. Y tu madre, comprensiva como ella sola, te agarraba a cucharazos de madera por no traer la plata. No te importo tampoco, solo te lo tragaste.

A los quince una ahijada de tu madre se vino a vivir con ustedes y pasó lo que tenía que pasar. Y a esa edad tuviste dos hijas. Otra vez tu madre, comprensiva ella, te botó de la casa y no teniendo donde ir, tu padre te llevó para trabajar con él. Te hiciste el firme propósito de hacerte cargo de tus hijas y tu familia y empezaste tu largo camino a la vida profesional vía la UNI. Dada la época, quisiste hacer “lo correcto” y casarte pero oh sorpresa, se rieron en tu cara, te llamaron inmaduro y mocoso y te dijo que ella “quería un hombre no un niño”. Tal vez debió decirlo antes de quedar embarazada. No sé. Pero querías hacerte cargo de tus hijas y seguiste adelante con tus planes, no sin antes recitar esa máxima de “las mujeres son una mierda”. Cuan equivocado estabas.

Terminaste. Con altas notas y recomendaciones. Y empezaste a chambear y cada centavo era para tus hijas y su madre, la cual nunca quiso saber más de ti. Muy bien. No importa. Y entonces la oportunidad de ir a trabajar a una mina, con una buena posición. Y lo aceptaste por supuesto. La ley dice que debes hacerte cargo de tus hijos hasta los 18 años. Muy bien. No paraste hasta los 26 años y hasta que cada una fuera profesional. Pero entonces y ahora, no querían saber nada de su padre y estoy seguro que fue por culpa de su madre, pero no importa. Ya no. Y te fuiste a la mina.

Y allí la conociste a ella. No lo neguemos, era casi inalcanzable para ti y lo sabias. Y tampoco querías nada, herido como estabas, aunque tiempo atrás, esas heridas no sanan. Pero ahí estaba y se ganó tu corazón y ella el tuyo y decidieron estar juntos.

Han pasado muchos años desde eso, y muchas cosas pasaron. Arriesgaste, mas bien, arriesgaron juntos mucho, pero es cierto que quien no arriesga no gana y ustedes ganaron y sirvió para muchas cosas

Ah, pero eres humano aunque no me parece, porque siempre te he considerado más que un hombre. Y como todos, puedes fallar. Y fallaste. Tontamente. Injustamente. Pero fallaste. Y con la persona que más amor que nadie te dio, da y dará. Por qué, no lo sé. Solo sé que eres humano y es la única explicación que mi cabeza puede imaginar. Pero su amor te ha perdonado. Y están empezando de nuevo.

Muchas cosas han pasado y pasarán. Y ahí estarás. Y estaremos.

Feliz cumpleaños Cabezón.


4 comentarios:

Tortuga Maldita dijo...

Bonito y humano.

Gastón dijo...

Heihashi siempre gana todas sus peleas.

Anónimo dijo...

q tal retrato de una vida... ¡feliz cumpleaños cabezón!

Vertigo (a.k.a. Piotr) dijo...

Un saludo "especial" para el señor Mishima que siempre nos recibió en su casa con tanto cariño.

Heihachi rulez