noviembre 18, 2005

Hombres y sus juguetes

Ayer, por razones de trabajo, me encontraba en la carretera camino a Conchán en mi carro y estaba solo. Solo. Nadie adelante, nadie atrás, toda la carretera para mí. Y no me resistí. Yendo a 70 Km/h, iba a llegar rápido a mi destino, pero me dije, o más bien me dijo el lado oscuro de mi conciencia, por qué no llegar antes.

Me pare en el carril derecho, el de emergencia, me acomode en el asiento, puse Oxigeno esperando que pusieran “Born to be Wild” o algo por el estilo (pero me salieron con “Honesty”, totalmente anticlimático, pero no importa) y arranqué.

10 Km/h y empieza a andar el carro, y siento el ronroneo del motor bien afinado.
20 Km/h y empieza a ganar velocidad
30 Km/h, entra la segunda y sigo acelerando
40, 50 Km/h, la aguja del velocímetro los pasa rápidamente
55, entra la tercera y la aguja sigue su recorrido
60, 70, 80 Km/h, me paso al carril izquierdo y siento las suaves vibraciones del motor a través de la palanca de cambios. Entra la cuarta.
90 Km/h y mi corazón empieza a funcionar, como dice la canción,
100 Km/h y un leve giro del timón me hace cambiar al carril central
110 Km/h cambio a quinta.
120, 130 Km/h se siente como la adrenalina entra en la sangre.
140 Km/h, quiero llevar la aguja más allá, pero la razón y la lógica no me dejan.

Los Hombres nunca dejamos de jugar ni dejamos nuestros juguetes.