marzo 28, 2005

Sueños Tecnológicos.

¿Llegaremos algún día a esto?


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Quiero pensar que sí y que será para bien de nosotros. Por lo pronto, es genial soñar.


Ah, me olvidaba, Gracias Asimov.



¿Una hora perdida? No lo creo.

Odio viajar en combi, al igual que cualquiera; es insoportable la falta de espacio, la gente que cierra las ventanas en pleno verano y las abre en invierno, y por supuesto, la manera asesina en la que manejan. Trato de evitar viajar en combi lo más que puedo, y más aún que manejo.

Pero hay lugares en los que sé que no voy a poder encontrar sitio para estacionar, así que en lugar de ganarme una úlcera por perder tiempo buscando donde estacionar preferí ganármela por tomar combi.

Ya en la combi, por suerte en un asiento donde podía sentarme como ser humano y no con las rodillas en el pecho, se subió un señor, ya de edad, a al altura de la Universitaria y se sentó a mi lado. Unas cuadras más allá el cobrador empieza a pasar con su sonsonete “pasaje, pasaje a la mano, con sencillo por favor”, saque mi sol y esperé. Cuando llegó a mi lado le dí el sol y el señor le dio un billete de 20. Dada la hora era fácil suponer que este muchacho tenia suficiente sencillo para darle su vuelto al señor, pero en lugar de eso le soltó un: “¡viejo ´e mierda, ´toy diciendo con sencillo! ¡bajan! ¡bajan!” ¡CRACK! Y se me llenaron las venas y arterias de corrosiva bilis.

Le solté una mirada asesina a este representante de la escoria social actual que quería hacer bajar al señor y sí no le pegué fue porque respeto a los animales. Saqué otro sol y le pague el pasaje al señor no sin antes soltarle “lárgate carajo” al cobrador. Minutos después el señor me dijo gracias. No hay de qué señor le respondí y me arrellané en el asiento pensando en lo que iría a hacer el cobrador cuando me bajara, porque se le veía la piconería en la cara cuando escucho: “soy Alberto García, joven” Mire al señor y me miraba esperando una respuesta. “Yo soy Martín [...], mucho gusto” y estrechamos manos. “¿Vive Ud. en San Miguel?” me preguntó y al responderle que sí empezó a contarme la historia del distrito y de su vida y entonces, perdí la noción del tiempo conversando con el señor, haciéndole preguntas y escuchándolo. Incluso descubrí que la cuadra donde esta mi casa había sido un galpón donde se guardaban los caballos cuando San Miguel todavía era una hacienda.

Había pasado una hora cuando el señor se despidió y se bajó. Bajé con él, por si el cobrador intentaba algo con el señor, como empujarlo o hacerle el pie derecho, pero por suerte subía gente cuando bajábamos. Me di el gusto antes de bajar de darle un codazo en el esternón al cobrador y es que la verdad, algunos animales solo entienden a golpes.

Deje al señor en el banco donde le tocaba cobrar su jubilación y fui a disculpar mi tardanza. Fue una conversación de una hora increíble.

marzo 23, 2005

La comunidad de... nahhh, Los Comunes.

Veamos, veamos, Gastón, Vértigo y ahora el Ingeniero, sí, estamos todos. ¿Qué quienes son todos? Pues Los Comunes ¿qué quienes son esos? Pues la verdad, no creo que te interese a ti, amable lector, pero si he picado tu curiosidad...

Gastón – Periodista, el lado humanista (por letras) de Los Comunes, capaz de encontrar esa información histórica necesaria para aprobar el bendito curso de Historia Universal, de convertir un atajo de frases inconexas en el increíble trabajo de Literatura y poseedor de la marca de mayores heridas de guerra (haya sido en el colegio o en sus correrías periodísticas)

Vértigo – Vándalo reformado y biólogo / profesor, el lado lógico de los Comunes, poniendo la cuota de realismo cuando era necesario e impidiendo meteduras de pata meteóricas. Últimamente ha desarrollado un extraño mal el pobre, llamado “fallitis aguda crónica”... no, si será muy, el hijo de la guayaba.

El Ingeniero – 1er frente matemático-científico de Los Comunes, ingeniero químico, el salvador a la hora de las ciencias (matemáticas, química y física). También es conocido por sufrir de La Maldición.

Martín – 2do frente matemático de Los Comunes, V4g0 de profesión, indolente y demás, comparte la Maldición con el Ingeniero, la cual se manifiesta como un profundo stress, dolor de cabeza y completo olvido de las leyes matemáticas, físicas y químicas, después de tratar de explicarlas al humanista, el cual nos sorprendió al descubrir él solo un nuevo postulado matemático...

Estos son, en suma, Los Comunes. ¿Sí? ¿Alguna pregunta? Ud. Señorita, la de azul, dígame. ¿qué por qué Los Comunes? Ummm, algo de conocimiento del sistema de gobierno inglés podría ofrecerle una luz en cuanto al tema.

marzo 10, 2005

Ok. ¿Qué sigue?

Ok. La vida es una continua lucha, te manda golpes rectos, curvos, ganchos. Y uno llega a pensar que puede agarrarle el truco, que tiene la sartén por el mango, y que después todo es cuesta abajo.

Pero la vida juega sucio. Te manda un golpe bajo, sucio y te desarma el esquema. Y cuando estás en el suelo, te patea.

Ok. Está bien. Es aquí donde se ve si eres hombre o no. Si te puedes levantar o no y seguir. La cuenta casi llega a 10 pero me levanto. Veamos qué más me manda la vida.

Pero me levantaré igual.

marzo 02, 2005

G es por... a es por.... s es por...

Mi memoria es en si un caso raro, o sino, un caso extremo, pero puedo estar exagerando. El hecho es que puedo recordar muchas cosas que el resto dice que no puede, en especial aquellos recuerdos especiales o los que muchos atesoran con cariño y desearían conservar pero se desvanecen en el tiempo. Recuerdo mi vida desde los 3 años, las cosas que hacia cual niño sin preocupaciones, haciéndole la vida imposible a los demás (al menos eso dice mi madre, pero en buen plan), y viviendo feliz con mis padres.

¿A qué viene todo esto? se preguntaran. Pues hoy, leyendo los comentarios que ustedes amables lectores han hecho en mis blogs, algunos de ellos hechos por una persona importante, me llevaron en un tren de ideas a recordar.

1984. Abril. Magdalena del Mar. Aterrado como el que más. Formación. Desfilar a las aulas. 1ro A. Al lado de la regencia. María Rosa Villanueva. Sentarse en pupitres, de a dos, según los apellidos. Aún con miedo. Y la voz al costado que me dice "¡Hola!". Quién iba pensar que 22 años de amistad comenzarían así.

22 años. Increíble. Y aún seguimos siendo patas. Y hemos tenido nuestras altas y bajas, ¡cómo que no!, aunque siempre fue mi culpa cuando nos peleábamos, hay que reconocerlo, mi pata, mi amigo, siempre fue bastante centrado, aún lo es por supuesto y le quiero agradecer el perdonarme todas las barrabasadas que le hice.

Cuantas cosas pasaron en estos 22 años. Desde matinées cumpleañeras hasta graduaciones, pasando por ingresos a universidades, alegrías, desgracias, accidentes, tonos y aventuras. Y una que otra destrucción de material educativo, pero eso es parte de un secreto entre él, yo y otros dos amigos mutuos y un profesor de física. ¡Sorry profe!

Después del colegio tomamos diferentes rumbos, pero nunca perdimos el contacto. La vida nos ha llevado por diferentes caminos pero nos ha mantenido juntos. También doy gracias por ello.

Decimos pata cuando nos referimos a nuestros amigos, es más informal, más amical, pero hoy quiero decirle amigo a mi amigo, en plan formal, a esta persona que ha estado a mi lado siempre y que me ha apoyado incluso sin saberlo, porque soy (o era) más cerrado que ostra en su concha en cuanto a mis problemas, y sí, sé que debería decir esto en persona pero no podría, sabes bien que prefiero este medio, porque no me saldrían las palabras si te tuviera enfrente, je... al menos que estuviéramos en otra mega-bomba, pero luego ni tú ni yo recordaríamos lo que dijimos...

Oye Gastón, gracias. Espero que se den 22 años más, y por supuesto muchos más.