enero 26, 2006

Sultán y Oso

No sé por qué, pero hoy me desperté recordando a estos dos amigos de la infancia. Me acompañaron por mucho tiempo, pero no solo a mí, sino antes lo hicieron con mi padre.

Sultán y Oso tienen una historia singular de cómo llegaron al cuidado de mi padre. Cuando mi padre empezó a trabajar, lo hizo en el taller de mi abuelo y ahí siempre, de vez en cuando, solía llegar el Sr. Rivas, amigo de la infancia de mi abuelo y que siempre le conseguía trabajos por aquí y por allá, con el consecuente agradecimiento de mi abuelo y su bonita comisión. Según mi padre, el Sr. Rivas era una persona muy buena y amable y siempre salía con alguna gracia. Era una persona mayor que no había perdido la chispa de la vida, que le dicen. Lo conocí en sus últimos años y en verdad era así.

El caso es que llega un día el Sr. Rivas y le pregunta a mi padre si le gustan los perros. Mi padre le contesta que sí, haciendo conversación con el señor y entonces el Sr. Rivas se saca de un bolsillo de su saco un pastor alemán chusco. Ahora, imagínense el tamaño de este perro, para que entre en un bolsillo. Mi padre, matándose de la risa, no pudo negarse a aceptarlo. Y entonces el Sr. Rivas le dice “veo que te ha gustado el perrito, toma, aquí tienes otro” y se saca del otro bolsillo un doberman chusco, más pequeño aún que el pastor alemán. Y así llegaron al taller.

Sultán, el pastor alemán, era imponente, alegre y digamos, muy serio. Oso, el doberman que hacia honor a su nombre porque era inmenso, más grande que Sultán, era juguetón, malcriado y un gran pendejo. Al principio, chicos y desvalidos como eran, le tenían miedo a todo. Mi padre agarró un guante de jebe y lo convirtió en tetillas para que mamen los perros. Así fueron creciendo y ganándose a todo el mundo en el taller y los alrededores. No le hacían caso a nadie, ni a mi abuelo, ni a los muchachos del taller, excepto a mi padre. El único que los podía poner en su sitio era mi padre, con un simple silbido.

Mi padre me contó un montón de historias de los perros, pero voy a contar aquí las que yo viví con ellos.

No recuerdo en verdad como los conocí. Era como si siempre hubieran estado allí y que nos conociéramos de toda la vida. Siempre me cuidaban y jugaban conmigo cada vez que yo iba al taller. Me iba yo solo a la tienda que estaba a la vuelta del taller y los dos perros se levantaban del suelo y me seguían, uno a cada lado. Llegaba a la tienda y me compraba mi Inka Cola y dos paquetes de galletas y me lo tomaba ahí, botella de vidrio recuerden. Los perros no se movían. Un paquete era para mí y el otro se lo daba a ellos. Si alguien se me acercaba y yo no lo conocía se enfurecían y solo Oso los gruñía. Sultán solo los miraba enseñando los dientes. Supongo que eso asustaría a cualquiera.

En las tardes una señora llevaba una fuente con sándwiches para los muchachos y ya se había hecho una costumbre. Una vez, durante la mañana habían llegado unos tubos de 10 pulgadas de diámetro y como no entraban al taller, los habían dejado afuera. En la tarde la señora llegaba al taller cuando de dentro de los tubos salieron los dos perros. Oso le dio un caderazo detrás de las rodillas a la señora y la hizo caer con todo y fuente. En menos de 20 minutos se comieron todos los sándwiches.

Sultán se dejaba jalar las orejas. Me soportaba estoicamente, hay que decirlo, cuando lo hacia. Pero una vez quise hacerlo con Oso y bueno… no fue muy inteligente que digamos. Oso me mordió el estomago. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se puso a temblar y salió corriendo. Luego de las curaciones del caso ya que me no me hizo mucho daño, mi papá lo llamó y vino con un miedo el pobre perro. Pero como fue mi culpa no lo castigó, mas bien lo llamó para que el perro no me tuviera miedo ni yo a él. Después seguíamos como siempre, de arriba abajo, de aquí para allá.

Me gustaba quedarme dormido en el sofá de la oficina y encontrar al despertarme a los perros durmiendo a mí alrededor. Me gustaba jugar con ellos y pasarme el día en el taller con mi padre, con los muchachos, entre los fierros, las máquinas, el ruido, el olor de soldadura y metal. Y siempre los perros, junto a mi a cada momento. Y al irme al final del día, los perros sentados ahí en la puerta del taller, como despidiéndome, mientras yo los miraba por la luna trasera del carro.

Los dejé un viernes. El Lunes mi papá no quiso llevarme al taller. Tampoco el Martes. El Miércoles me dijo que los habían envenenado. Habían querido entrar a robar al taller, donde no hay nada que robar, y los habían envenenado. Perdí un poco de fe en la humanidad ese día.

No sé por qué me he despertado hoy pensando en ellos.

enero 19, 2006

Hermano M.

Ha pasado un año desde que empecé mi blog, más por necesidad para poder poner un comentario a mi amiga la Tortuga que por las ganas de empezar a escribir. Porque, como habrán notado en los últimos meses, no se me ocurre que escribir. La verdad es que mi vida en sí es aburrida y rutinaria y no hay cosas muy interesantes que contar y como dije aquel 19 de Enero del 2005, no iba a andar contando cosas depresivas, aunque por ahí se me escapó una que otra.

Han pasado 19 días desde que empezó el año y alguien me dirá que es un poco tarde para hacer un balance del 2005, pero sea, voy a hacerlo ahora. Y es que el 2005 fue una año jodido, tanto en el entorno personal como el laboral.

En lo laboral, se intensificó la carga de trabajo, se hizo más grande la responsabilidad y se abrieron nuevos rubros. Todo esto, claro, es bueno, pero debo admitir que no estaba preparado para todo eso. Esperaba que el 2005 fuera como el 2004, que aunque también fue un año cargado de trabajo fue más relajado. Sin embargo al llegar a Diciembre del 2005 sentimos un gran alivio por el trabajo bien realizado y por haber contribuido siquiera un poquito a cambiar las cosas tanto en la empresa como con los muchachos, nuestros obreros que faltaran verdades, son el motor de la empresa.

En lo personal, se dieron muchas cosas que me dejaron con el ánimo por los suelos. Los primeros meses de año fueron los peores y esto se reflejo en el trabajo y en varios aspectos de la vida diaria. Felizmente las cosas mejoraron, cambiaron y todo volvió a la normalidad, o casi normalidad. Y esto dio paso a volver a la rutina. Pero fue bienvenido. Al menos por un rato.

La vida seguía su rutina espantosa y estresante, eso sí con uno que otro día de relajo, hasta el 12 de Noviembre del 2005, cumpleaños de mi comadre la Tortuga. Llegué con mi carro, me bajé y me recibió mi pata Gastón y me dice que llegaba alguien detrás de mí. Era la primera vez que la veía en persona. Y me quedé mudo. De allí el tono fue un ejercicio de esquivarla y pensar muy bien lo que iba a decir, cuidándome de no decir una sandez. Y es que el roche hacía estragos en mi cabeza. Cuando se acabó el tono me llevé a Gastón y a ella para dejarlos en su casa a cada uno.

No la volví a ver hasta el 09 de Diciembre, en otro cumpleaños, el de Gastón. Esta vez contaba yo con la ventaja del terreno, así que escapar y escabullirse fue más fácil. Pero no dejaba de mirarla y al final terminamos conversando un buen rato, aunque es verdad que fui intruso en la esquina del raje.

Se me acababa el año y nada pues, tripas corazón y a empezar otro, siempre en lo mismo. Y una vez más La Tortu y Gastón (que ahora que lo pienso mientras escribo esto, han sido un par de conspiradores y yo no me he dado cuenta) nos juntan a los dos en una fiesta de fin de año. Nosotros cuatro más Gonzalo la pasamos muy bien. Y así y todo se acabó el 2005. Hice mentalmente un balance chiquito y fue tanto bueno como malo. El 2006 estaba encima mío con apenas unas horas de vida y no había marcha atrás. Quería que este año fuera diferente y allí en ese tono era hora de empezar a cambiar, de algún modo al menos. Así que sacando valor de muy hondo y temblando como un condenado, declaré mi amor y mis intenciones a Betty, que me hizo brujería con su personalidad y su belleza. Lo más bello que escuché hasta ese momento en el 2006 fue “Sí”.

Han pasado 19 días y estoy que me muero, de felicidad y amor. Y ha pasado un año que me encuentro entre mis hermanos bloggers, entre mis amigos. Muchas cosas han pasado y pasarán, pero mientras tenga a mis patas y la mujer que amo, creo estar más preparado para enfrentarlas.

Gracias a todos y a ti amor.

Martín.

enero 12, 2006

Días y días.

No. No se puede trabajar así cuando se tiene la cabeza en otro lado. En realidad es una vaina. No se puede uno concentrar, no puede uno decidir si llamar a tal o cual proveedor, ni recordar si ya envió uno las cotizaciones del día. No me acuerdo de las claves de acceso ni de donde dejé la llave del cajón donde tengo guardado el papel donde están las claves. Me he olvidado de ir a cobrar y también de ir a dejar las facturas con los clientes. Me paso el día con cara de tonto y ya me han llamado la atención tantas veces que ya perdí la cuenta.

Para distraerme decidí poner en orden los papeles y documentos del 2005, cosa que debí haber hecho la semana pasada, pero ya ven, sigo distraído. Y me sorprende además la cantidad de papeles que hay. ¿Cómo es posible que cuatro bolsas grandes de papeles entren en cuatro cajones en un año? Parece que la Tortuga me hubiera pegado sus superpoderes de “compactibilidad” que usa para guardar sus cosas en su bolso.

Acabó de colgar el teléfono (sí, estoy escribiendo esto cuando debería estar trabajando o acabando de arreglar, pero en fin) y es la cuarta vez que me llama un cliente para decirme que todavía no recibe la cotización de los benditos repuestos. Ya no sé que mentiras inventarle.

Y sé que para el fin del día me van a decir mi vida. Y no me importa. Solo espero seguir así por siempre, aunque me boten.

enero 06, 2006

Sonrisas

Me desperté con sueño después de dormir poco. Felizmente no fue una mala noche, si no todo lo contrario, pero el cerebro no deja dormir tan rápido como quisiera. En fin, me desperté con sueño. Una ducha rápida y fría y cuando me iba a poner a chambear, mi hermana me pidió que la lleve a la universidad, porque se le había hecho tarde.

Después de dejarla me llamaron para avisarme que se había acabado el papel del fax y como estaba cerca, me pasé a Tottus. Entré, agarré los rollos de papel y ya me iba a la caja cuando oigo que me llaman. “¡Joven!”

Era el señor García. Hacía meses que no lo veía. En realidad pensé que nuestro encuentro fue fortuito en aquella ocasión y que no me cruzaría más con él.

Conversamos un ratazo. Como aquella vez, se me pasó el tiempo hablando con el señor, mientras lo acompañaba a él y su esposa, la señora Mercedes mientras hacían sus compras. El señor García ha tenido suerte con su pensión y me alegro mucho por él. Es una vaina trabajar toda tu vida para que luego le tengas que mendigar al Estado. En fin.

Cuando ya me iba, después de despedirme con mucho cariño de los señores, el Sr. García me dijo “Joven, ¿qué se ha hecho?” “Nada señor, ¿por qué?” “Se le ve… más feliz que ese día” Me sonreí. “¿Si?” “Sí muchacho.” “Soy feliz Sr. García. Muy feliz.” “Que bueno joven. Cuídese” Se despidió con una sonrisa que significaba que sabía que quería yo decir.

enero 02, 2006

Boys do Fall In Love

Boys do fall in love, they make time
They get love on a saturday night
And she said, hearts beat as they dance
In the street to a radio, oh
Boys fall in love

Baby said you had to be a lover
One way or the other
Nobody wins without once giving in
So don’t cry now, don’t cry now

Love is just a game you played in high school
Girls know how to be cruel
Most of the time girls are cruel to be kind
So don’t cry now, don’t cry now

And we try to be cool as we dance in a crowded room
At the end of the day, makin’ love to a paper moon

She said , boys do fall in love, they make time
They get love on a saturday night
And she said, hearts beat as they dance
In the street to a radio, oh
Boys fall in love

Baby knows I like to be excited
No one wants to fight it
It’s getting late so I’ll just demonstrate
Don’t cry now, don’t cry now

And we try to be cool as we dance in a crowded room
At the end of the day, makin’ love to a paper moon

And she said , boys do fall in love, they make love
They get love on a saturday night
And she said, hearts beat as they dance
In the street to a radio, oh

Oh, boys do fall in love, they make time (they make time)
They get love on a saturday night
And she said, hearts beat as they dance
In the street to a radio
Oh, boys fall in love

Boys, boys, oh, boys, boys, boys, oh
Boys, boys, boys, oh
Boys, boys, boys, boys

Boys do fall in love , etc (fade out)