El sol cae cálido sobre todos. Hay una fresca corriente de aire que levantaba los pétalos sueltos de las flores y en el aire flotaba ese aroma inconfundible de pasto y tierra removida. Y mientras dos hombres luchan por llenar la fosa, de pie ante ella, converso contigo por última vez.
Partir no debería ser tan doloroso. Dejar esta vida no debería ser una agonía. Lamentablemente esta mezcla de carbono, hidrogeno, oxigeno, nitrógeno y demás cosas que llamamos cuerpo está condenado a degenerarse y fallar. Y no hay marcha atrás, ni tiempos extras, aún cuando la mente se encuentre en perfecto estado.
Converso contigo por última vez mientras veo a mis tíos deambular por aquí, buscando sosiego en la soledad, apoyándose unos a otros, haciéndose los fuertes cuando por dentro están molidos.
En los últimos momentos tu única preocupación era tu alma. Como me dijiste alguna vez, ya habías vivido suficiente, habías visto suficiente, habías hablado suficiente, habías hecho suficiente y solo queda esperar la llamada. ¿Por qué demonios entraría esa paloma al cuarto de la clínica donde estabas? ¿Por qué se quedaría ahí un buen rato, cantándote, sin asustarse, ni moverse? Mi mente me dice una cosa, mi corazón otra, pero nunca encontraré una explicación. Pero ver tu sonrisa de felicidad y que nos dijeras que ya estabas en paz fue demasiado.
Converso contigo por última vez y se me agolpan en la cabeza mil y un recuerdos. Cada cosa que aprendí contigo, las buenas y las malas, cada una de ellas que ayudó a que yo sea la persona que soy ahora. Y me pregunto si llené las expectativas que tenías de mí, el mayor de tus nietos.
Te dormiste el miércoles. Fue lo mejor. El jueves finalmente se acabó la lucha. El viernes fue la despedida. Cuanta gente. Familia, amigos de cada uno de mis tíos. Gerentes, asociados de tantas empresas, los muchachos que trabajan en el taller con nosotros, presentes para darle el pésame a mi padre. Me sorprendí porque no esperaba algo así. Pero al pensarlo después, fue por que criaste, a pesar de todo, a un buen hombre, que ha sabido rodearse de buenas personas que lo estiman, por los mismos valores que le diste.
Converso contigo por última vez y mi padre viene a decirme que es hora de irnos. Los amigos comienzan a irse. Mi tía bebe agua tratando de calmarse. Mas allá una familia visita a un familiar y sus hijos juegan sobre el campo y sus risas llegan a mis oídos y me pregunto si todo esto no es más que un chiste para algún ser más allá de mi comprensión.
Adiós abuela. No. Chau, hasta pronto, nos vemos después. Porque, no importa lo que dure mi vida, no es más que un guiño en el tiempo del universo y pronto nos veremos de nuevo.
Partir no debería ser tan doloroso. Dejar esta vida no debería ser una agonía. Lamentablemente esta mezcla de carbono, hidrogeno, oxigeno, nitrógeno y demás cosas que llamamos cuerpo está condenado a degenerarse y fallar. Y no hay marcha atrás, ni tiempos extras, aún cuando la mente se encuentre en perfecto estado.
Converso contigo por última vez mientras veo a mis tíos deambular por aquí, buscando sosiego en la soledad, apoyándose unos a otros, haciéndose los fuertes cuando por dentro están molidos.
En los últimos momentos tu única preocupación era tu alma. Como me dijiste alguna vez, ya habías vivido suficiente, habías visto suficiente, habías hablado suficiente, habías hecho suficiente y solo queda esperar la llamada. ¿Por qué demonios entraría esa paloma al cuarto de la clínica donde estabas? ¿Por qué se quedaría ahí un buen rato, cantándote, sin asustarse, ni moverse? Mi mente me dice una cosa, mi corazón otra, pero nunca encontraré una explicación. Pero ver tu sonrisa de felicidad y que nos dijeras que ya estabas en paz fue demasiado.
Converso contigo por última vez y se me agolpan en la cabeza mil y un recuerdos. Cada cosa que aprendí contigo, las buenas y las malas, cada una de ellas que ayudó a que yo sea la persona que soy ahora. Y me pregunto si llené las expectativas que tenías de mí, el mayor de tus nietos.
Te dormiste el miércoles. Fue lo mejor. El jueves finalmente se acabó la lucha. El viernes fue la despedida. Cuanta gente. Familia, amigos de cada uno de mis tíos. Gerentes, asociados de tantas empresas, los muchachos que trabajan en el taller con nosotros, presentes para darle el pésame a mi padre. Me sorprendí porque no esperaba algo así. Pero al pensarlo después, fue por que criaste, a pesar de todo, a un buen hombre, que ha sabido rodearse de buenas personas que lo estiman, por los mismos valores que le diste.
Converso contigo por última vez y mi padre viene a decirme que es hora de irnos. Los amigos comienzan a irse. Mi tía bebe agua tratando de calmarse. Mas allá una familia visita a un familiar y sus hijos juegan sobre el campo y sus risas llegan a mis oídos y me pregunto si todo esto no es más que un chiste para algún ser más allá de mi comprensión.
Adiós abuela. No. Chau, hasta pronto, nos vemos después. Porque, no importa lo que dure mi vida, no es más que un guiño en el tiempo del universo y pronto nos veremos de nuevo.
2 comentarios:
Mi sentido pesame, querido amigo.Ya sabe que estamos aca paca lo que se sirva.
Besos.
acompañandolo en su pérdida y en su dolor... nada más triste, lo sé muy bien.
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