Si hay algo que he aprendido de Lima, es a estar con los ojos bien abiertos en la calle, pues han sido cuatro veces las que me han asaltado o robado. Dos veces me arrancaron el reloj, una vez me robaron la mochila a punta de pistola y una vez me robaron la billetera con un cuchillo, por suerte la billetera estaba vacía. Y no Gastón, la del choro con pericia en gallo de pelea no cuenta.
Bueno, ayer me robaron. O intentaron robarme mejor dicho. Me fui al ACE de San Miguel para comprar algunas cosas y bajándome del micro sonó mi celular. Contesté porque por esos lares siempre está tranquilo, pero parece que ese día alguien decidió probar suerte y me eligió a mí. Guardaba mi celular cuando me golpearon la mano y lo solté. El hijo de su madre ya se estaba agachando a recogerlo y a salir volando cuando reaccioné, por suerte, porque sino ahora estaría sin celular. Lo cogí de los pelos y lo zarandeé y el pata soltó mi celular. Entre la disyuntiva de soltarlo y coger mi celular, el choro de marras me dio un puñetazo en las costillas que me hizo ver a Judas, pero no lo solté. Así que lo solté tamaño puñetazo en la cara que hasta ahora me duelen los nudillos. Pero este choro parecía salido de película de kung fu porque me dio una patada que parecía Jackie Chan. Me retorcía de dolor cuando el choro ¡se me venía encima! ¡qué tal con…ciencia! Encima que me roba, se asa porque le pegué. Por supuesto, la gente bien amable ella, se hizo la desentendida, excepto por la señora que me recogió el celular.
El choro me lanzaba puñetes y yo trataba de esquivarlos. Me rozó la cara el hijo de su madre. Pero perdió el equilibrio y con la viada se fue al suelo, previa ayudadita mía con un palmazo en la espalda. Y en el suelo perdió… porque me senté encima de él.
Me disponía a sacarle su michi cuando llegó Serenazgo. La señora me devolvió mi celular, Serenazgo se llevó al choro y supongo que lo soltarían horas después y yo me fui a comprar.
Y después el Ministro del Interior dice que la seguridad ha aumentado. ¡Qué se joroben!
Bueno, ayer me robaron. O intentaron robarme mejor dicho. Me fui al ACE de San Miguel para comprar algunas cosas y bajándome del micro sonó mi celular. Contesté porque por esos lares siempre está tranquilo, pero parece que ese día alguien decidió probar suerte y me eligió a mí. Guardaba mi celular cuando me golpearon la mano y lo solté. El hijo de su madre ya se estaba agachando a recogerlo y a salir volando cuando reaccioné, por suerte, porque sino ahora estaría sin celular. Lo cogí de los pelos y lo zarandeé y el pata soltó mi celular. Entre la disyuntiva de soltarlo y coger mi celular, el choro de marras me dio un puñetazo en las costillas que me hizo ver a Judas, pero no lo solté. Así que lo solté tamaño puñetazo en la cara que hasta ahora me duelen los nudillos. Pero este choro parecía salido de película de kung fu porque me dio una patada que parecía Jackie Chan. Me retorcía de dolor cuando el choro ¡se me venía encima! ¡qué tal con…ciencia! Encima que me roba, se asa porque le pegué. Por supuesto, la gente bien amable ella, se hizo la desentendida, excepto por la señora que me recogió el celular.
El choro me lanzaba puñetes y yo trataba de esquivarlos. Me rozó la cara el hijo de su madre. Pero perdió el equilibrio y con la viada se fue al suelo, previa ayudadita mía con un palmazo en la espalda. Y en el suelo perdió… porque me senté encima de él.
Me disponía a sacarle su michi cuando llegó Serenazgo. La señora me devolvió mi celular, Serenazgo se llevó al choro y supongo que lo soltarían horas después y yo me fui a comprar.
Y después el Ministro del Interior dice que la seguridad ha aumentado. ¡Qué se joroben!